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Nuestro cuerpo es puro ritmo

NATALIA ERES, ONCÓLOGA
IMA SANCHÍS - 12/02/2005
Tengo 37 años. Nací en Lleida y vivo en Barcelona. Me licencié en Medicina y me especialicé en Oncología Médica, pero durante toda la especialidad me dediqué a explorar medicinas complementarias. Hice un posgrado de Acupuntura y otro posgrado de Homeopatía. Dirijo una unidad de medicina integrativa. Para mí, Cristo era un sanador.

Usted tiene un cáncer localizado. El oncólogo le propone extirpar el tumor y, para prevenir las recaídas, recibirá radioterapia y quimioterapia. -Así actúa la oncología clásica. -Es un enfoque un tanto bélico y reduccionista: trata aquella parte del cuerpo del individuo localizada en un espacio determinado, objetivable y medible.

-¿Y?

-Que nuestro organismo es un ecosistema. Somos sistemas de procesamiento de información. Mantenemos un intercambio con nuestro exterior a través de lo que comemos, respiramos, sentimos, pensamos y hacemos. Ylo mismo ocurre en nuestro interior, donde funcionamos como una sociedad. Nuestro cuerpo mantiene relaciones entre sus tejidos.

-¿Nuestras células se comunican entre sí?

-Claro y, a su vez, se relacionan con nuestras partes más sutiles como la emocional o la mental, que no por ser más difícilmente cuantificables son menos protagonistas en nuestro modo de enfermar.

-¿El cáncer es un problema de comunicación interior?

-Una célula enferma de cáncer es una entidad viva que ha perdido sus marcos de referencia, ya no sintoniza con su entorno. Ha perdido su ritmo de división y ha empezado a funcionar con sus propios factores de crecimiento.

-¿La célula ha perdido el ritmo, dice usted?

-Avances recientes en algunas disciplinas científicas, como la neuropsicoinmunología, nos hablan de la existencia de fenómenos de sincronización entre diversos ritmos existentes en nuestro cuerpo, como el ritmo cardiaco, nuestras ondas cerebrales, nuestra respiración...; y cómo este acoplamiento de ritmos repercute en el correcto funcionamiento de todo nuestro ser.

-¿Redes de comunicación internas?

-Sí, redes que se imbrican entre sí, y velan por el buen funcionamiento de nuestros órganos y otras actividades esenciales como la calidad del sueño o la capacidad de regeneración de los tejidos.

-¿Y qué tienen que ver con el cáncer?

-Las células, en su patrón de división, tienen un intervalo específico durante el cual deciden si continúan su ciclo o no. Estudios realizados con tejidos y cultivos celulares muestran cómo al someter una célula o un tejido a estrés (poca nutrición, contaminación del medio...) reaccionan con un estado de alarma que les lleva a acelerar la división celular.

-¿De nuevo el ritmo?

-Sí. Entre una célula y usted no hay tanta diferencia: somos seres de relación.

-¿Qué otras redes de comunicación operan en nosotros?

-El sistema inmunitario. Los linfocitos y las células dendríticas vigilan el ritmo de proliferación de nuestras propias células y su relación con el tejido donde están inmersas. Mantienen con el entorno que las sostiene y alimenta innumerables relaciones, pero en lugar de comunicarse con palabras, lo hacen a través de mediadores químicos.

-Entonces, ¿el sistema inmunitario es como un pequeño cerebro?

-Sí, el sistema inmunitario tiene memoria, y dispone de gran variedad de sustancias que utiliza para comunicarse a distancia: las citokinas y los interferones. En estudios efectuados con personas sometidas a situaciones estresantes o generadoras de emociones como miedo o tristeza mantenidas durante largo tiempo, se ha observado que se deprime el tono de este sistema y se altera su función.

-¿Lo que sentimos y pensamos puede influir en la forma de evolución de un cáncer?

-Por supuesto, por eso es importante no tratar únicamente el tumor, hay que recuperar la salud global: física y mental. El pacien-te debe acceder a su sistema emocional. Y también hay que tener en cuenta el entorno.

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